Camila tiene algo; algo que algunos recién nacidos quizás nunca tendrán, aquellos que, seleccionados por unos guantes blancos endiosados, en una fría probeta, en un laboratorio igualmente frío, jamás llegarán a conocer.
Camila tiene raíces, tiene una genealogía concreta. Fue concebida en un tálamo y gestada en el seno de una familia.
Camila no tiene un “progenitor A” y un “progenitor B”: tiene un padre y una madre, con unos ADN concretos que se fundieron, se unieron y dieron lugar a un nuevo ADN.
Camila no fue probada en una probeta estéril, porque no había nada que probar. Ella iba a ser acogida fuera como fuese: rubia o morena, alta o baja, querida por sí misma y no en función de nada. Ni de su salud —robusta o precaria—, ni del color de su piel, ni del de sus ojos, ni del tamaño de su nariz.
Camila es querida, deseada y amada por ser Camila. Su ser basta.
Camila tiene raíces que se hunden en la historia de sus padres, de sus abuelos, de sus bisabuelos y de sus tatarabuelos. Son historias concretas que ella podrá, si un día lo desea, rastrear y reconstruir. Historias reales que la llevarán de la fría Rusia a la cálida África, del rugiente León a la plácida Santa Pau; y así descubrirá vidas cumplidas en tantas personas queridas. Historias llenas de luces y sombras, con capítulos gozosos y capítulos dolorosos, con justicias y aparentes injusticias… pero todas, absolutamente todas, indispensables para que Camila esté hoy aquí.
Y así, algún día, podrá comprender que la vida tiene un sentido, que es Don, y que la conjunción azarosa y magistral de todos esos genes y de todas esas historias particulares se han conjugado para dar lugar a su hoy diminuto ser: Camila.
Pensada desde toda la Eternidad. Única e irrepetible, con su genética única e irrepetible, y con su historia —que no ha hecho más que empezar— igualmente única e irrepetible. Una historia que hará de su vida algo único e irrepetible.
Espectadora y protagonista, a la vez, de su propia historia.
¡¡Qué Misterio y qué Belleza!!
¿Preparada, Camila, para tu gran aventura?
¡Camina a lo grande, con los pies en la tierra y la mirada en el Cielo!