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Ainara y la historia de una vocación
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Ainara y la historia de una vocación

Hace algunos días llegó a los cines la película llamada "Los domingos". Un film español, dirigido por, Alauda Ruiz de Azúa, que ha tenido buena crítica. Y es que esta obra, que tiene una temática religiosa, ha sido bien acogida por todos, los creyentes y los que no lo son. Y pienso, que del mismo modo que hay que denunciar cuando el cine español hace pelis malas, sesgadas y llenas de tópicos contra la Iglesia, cuando, ni más ni menos, Movistar coproduce una buena película que va más allá de los prejuicios y está hecha con cariño y delicadeza, solo queda levantarse del asiento y aplaudir. Los domingos trata de una familia vasca, normal y corriente. El tipo de familia en el que tanto los padres como los hijos han estudiado en colegios católicos, y la mayoría de ellos están bautizados e in...
La vida es la cosa mejor que se ha inventado
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La vida es la cosa mejor que se ha inventado

Camila tiene algo; algo que algunos recién nacidos quizás nunca tendrán, aquellos que, seleccionados por unos guantes blancos endiosados, en una fría probeta, en un laboratorio igualmente frío, jamás llegarán a conocer. Camila tiene raíces, tiene una genealogía concreta. Fue concebida en un tálamo y gestada en el seno de una familia. Camila no tiene un “progenitor A” y un “progenitor B”: tiene un padre y una madre, con unos ADN concretos que se fundieron, se unieron y dieron lugar a un nuevo ADN. Camila no fue probada en una probeta estéril, porque no había nada que probar. Ella iba a ser acogida fuera como fuese: rubia o morena, alta o baja, querida por sí misma y no en función de nada. Ni de su salud —robusta o precaria—, ni del color de su piel, ni del de sus ojos, ni del tamañ...
Decidir sin molestar al jefe
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Decidir sin molestar al jefe

En Japón, la forma de tomar decisiones en una empresa no es tan directa como en Occidente. Allí existe un proceso llamado Ringi, que podría describirse como una coreografía silenciosa en la que todos los miembros de una organización tienen voz, aunque nadie alce demasiado la voz. Este método, profundamente enraizado en la cultura japonesa, busca lograr el consenso antes de actuar, evitando conflictos y asegurando que una decisión cuente con el respaldo de todos. Una de las razones por las que el Ringi es tan valorado está relacionada con el respeto casi reverencial que existe hacia el líder o las figuras de autoridad en Japón. En muchas empresas japonesas, se considera de mala educación contradecir directamente al jefe o cuestionar sus ideas en público. Por eso, el Ringi se convierte en...
La tentación de lo sublime
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La tentación de lo sublime

Entre pinos y robles, caminos y senderos, ríos y arroyos, cimas y valles, es ahí donde aparecen las montañas. Lugares donde los perfumes huelen a plata y los silencios son oro. Imágenes que uno puede contemplar durante horas sin pestañear. Sitios que valen mucho más que un tesoro. Y a pesar de esto, los montes son por algunos despreciados. Y sinceramente, no creo que estas personas no sepan apreciar la hermosura de la naturaleza. De hecho, todo lo contrario. El corazón, si no está muy endurecido, se conmueve ante lo bello, lo bueno y lo verdadero. Pero muchos, por frecuentar poco estos lugares, no valoran lo suficiente el don de las montañas. En el otro extremo, están las personas que divinizan los montes. Son quienes, ante un regalo, se quedan fascinados con el envoltorio y no aprec...
La contrarrevolución de la siesta
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La contrarrevolución de la siesta

En un mundo supuestamente ateo, donde la productividad es considerada un dios supremo, el éxito no es discutible y el descanso no está permitido. Y es que el ritmo de nuestras vidas es frenético. Al caminar por la calle tienes que esquivar bicis con maleteros amarillos que tratan de llegar, a toda prisa, a su destino antes de que se enfríe la comida de ejecutivos que trabajan hasta altas horas de la noche. Vivimos agobiados con el único objetivo de producir y ser eficientes. Y esto, que de por sí no es malo, si se convierte en lo más importante de nuestras vidas, es una soga que nos va apretando poco a poco. Y ante esta aplastante cultura del no parar —basada en salir tarde de la oficina, agarrarse a promesas que nunca llegan y cenar una smashburger el fin de semana como premio de...
No es solo para monjes
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No es solo para monjes

“Qué sencillas son las monjas que viven al día”, “qué gran ejemplo son los frailes que viven de la Providencia” o “los consagrados viven de otro modo”. Frases como estas salen de la boca de muchos cuando ven cómo viven muchos religiosos. Y esto no es de extrañar. Porque ver con qué espíritu viven muchos consagrados, de distintas órdenes religiosas, es algo que hace brotar la admiración, desde el corazón. Hermanitas del Cordero, Misioneras de la Caridad, Franciscanos, Carmelitas, Agustinos, Dominicos… Estas y muchas otras son las comunidades religiosas que experimentan día a día cómo Dios provee. Pero en todo esto, hay algo que es aún mejor. Y es que para ver ejemplos de personas que viven “de otro modo”, no hace falta que me pare a observar a los monjes o religiosas. Sino que mucho m...
Entre el cine y la conspiración
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Entre el cine y la conspiración

«Si quieres esconder un secreto, ponlo delante de los ojos de todos», decía una máxima atribuida a Oscar Wilde. Y algo de eso hay en lo que algunos llaman primado negativo. El término suena a cosa de filósofos o científicos del comportamiento, pero en realidad, la idea es sencilla: consiste en mostrar una verdad disfrazada de mentira para que, cuando aparezca en la realidad, nadie la tome en serio. Se planta la semilla, pero en tierra estéril. O mejor dicho: se vacuna la mente contra la verdad, exponiéndola primero como ficción, exageración o simple fantasía. En otras palabras, el primado negativo es decir la verdad, pero envuelta en risa, ridículo o ciencia ficción, para que cuando ocurra, parezca imposible. Un ejemplo clásico: las películas de Hollywood sobre extraterrestres. Dé...
Oda al efectivo
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Oda al efectivo

Lunes 28 de abril. 12:30 h. Sorbo mi café cuando noto que el móvil no carga. —¡Qué raro! —pienso... Como ya llevo un buen rato sentado, decido que ya es hora de volver al trabajo, no sin antes darme cuenta de que también se ha ido la luz de la cafetería. —Creo que ha ocurrido alguna otra vez —me digo, tratando de justificar lo que pasa. En la calle, los semáforos durmiendo y mi oficina a oscuras. —¿No hay luz en la ciudad? Los demás han dejado de trabajar. Sorpresa: el wifi funciona. Me conecto a Twitter (le sigo llamando así). No hay luz en toda España. —Tengo que volver a casa cuanto antes. Me dirijo a la estación de tren. Bajo las escaleras y, en paralelo, una mujer algo mayor y corpulenta está sentada en las escaleras mecánicas. —¿Está bien? —¡Sí, es que s...
El escándalo de un Dios que «parece» fracasar
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El escándalo de un Dios que «parece» fracasar

Hoy en día existen varias aplicaciones que le permiten a uno deslizar su tiempo a la basura mirando vídeos cortos. Yo, como hijo de mi tiempo, no puedo decir que sea algo que haya hecho pocas veces. Y lo peor de perder el tiempo con estas tragaperras del ocio es que, al terminar, uno no recuerda nada de lo que ha estado viendo durante tanto rato. Por el contrario, sí puede percibirse claramente las trampas que pone el algoritmo para mantenernos en ese bucle infinito: recetas de platos, rutinas faciales, coreografías, gente hablando con un micrófono delante… Pero si hay una temática especialmente destacada —y en la que muchos caen— es esa en la que un hombre musculoso habla sobre productividad, éxito, dinero y esfuerzo, con música motivacional de fondo. Que el algoritmo tiente al p...
Lo que las pelis  me enseñaron
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Lo que las pelis me enseñaron

A pesar de ser de la generación Z, mi quinta tuvo la suerte de disfrutar del mundo analógico, aunque solo fuera de sus últimos coletazos. Durante mi infancia, internet aún era algo a lo que acceder a través de un ordenador de sobremesa y los móviles aún servían para llamar. Otra consecuencia de haber vivido en una época en la que todo lo online parecía extraño es que para ver una película la necesitaba tener físicamente. Es decir, si veía una película era porque había tenido la fortuna de que mis padres me compraran el VHS (o DVD) o que un buen amigo me prestara uno. El caso es que las películas que veía eran algo limitado. Uno no disponía de un catálogo infinito del cual escoger, sino que veía lo que tenía. Y esto provocó que, como muchos, las viera una y otra vez, aprendiendo ...