Me enamoré del sol esparcido en tu oleaje
Me prendí de tu dormir y disfruté de tu conversación al despertar
Si pudiera bailar, sería en tu orilla. Y si pudiera correr, sería en tu playa.
Descanso en tu mitad, con tus frutos. Aquellos de los que sacian al hombre de amor.
Quizás fueron tus conversaciones, que me reflejaron vivo en un espejo.
Quizás fueron tus sueños, aquellos incomprendidos, que me dieron descanso en la tormenta del hormigón y las finanzas.
Quizás fue tu capacidad de cegarme, con impacto tan severo como agradable la que hizo que perdiera la cabeza por ti
Quizás el daltonismo fue mayor maldición al no poder conocer tu blanco y azul
Será que mi amor se expande en tu cultura de medialunas y mármoles blancos.
Fue tu forma de civilizar mi corazón la que enamoró el cielo que sangra por tu loca complejidad, simple y ordenada.
Y es que, frente a todo, solo puedo agradecer, por ser mediterráneo.
Por: Javier Companys Meseguer